Son muy fáciles de identificar, aunque vayan vestidos como personas corrientes. Los fans de la draculamanía apenas pueden contenerse al llegar a este impecable conjunto medieval, donde nació el príncipe transilvano en el que se inspira el personaje de Bram Stoker. La casa de su ídolo está a unos metros de distancia... cuesta arriba. Desde la parte cercana al río Târnava de Sighisoara, la ciudad de abajo, hay una empinada subida a pie hasta el borgo, protegido por la Unesco desde 1999.
En la cuesta, flanqueada por numerosos tenderetes de souvenires, se puede saciar la avidez de gadgetsvampíricos. Tazas-murciélago, dientes-colmillo postizos, medallones-imán con relieves de Sighisoara y los Cárpatos al fondo para la nevera... Todo en plástico o resina, made in China. Pero la prisa con que el género se reduce y da paso a algún anticuario, casi ya al pie de la Ciudadela o Cetate, parece una premonición. Poco se va encontrar aquí de un mito. Más de un personaje real.
Con once torres intactas de las murallas originales y tres niveles de observación, la parte alta de Sighisoara es un ejemplo único de núcleo fortificado, una caja de seguridad inexpugnable. Todo lo que se divisa desde la entrada, desde la Plaza o Piata Muzeului al suelo adoquinado, impone una mirada al siglo XVI. Aquí, los príncipes transilvanos reinaron en esplendor. La vida cotidiana y gremial queda al descubierto subiendo a la Torre del Reloj, y visitando su Museo (martes a domingo, de 9.00 a 15.30). Tanto figuras astronómicas de su carrillón en madera policromada como las vistas resultan increíbles.
Joyas medievales
Junto a la torre, el que se considera uno de los pocos núcleos medievales aún habitados de Europa asombra con joyas para visitar como la iglesia del monasterio dominico Biserica Mânăstirii, de 1290. La nave central está realzada con su colección de tapices orientales, al modo de pendones con escudos familiares. Una prueba del raudal de la Corte donde vio la luz el príncipe de una época sangrienta.
Vlad III Tepes o El Empalador -nacido como Vlad Drăcul- nació en noviembre de 1431 casi enfrente, en la actual Casa Wagner. No tiene pérdida. Está decorada con glifos y copas.Es el lugar más visitado por los fans. Visitan el Museo de las Armas medievales en el primer piso, el hotel y el restaurante de las bóvedas. Pero en su interior, para los mitómanos resulta un shock descubrir que es este Vlad Țepes y no su Drácula el que es considerado un héroe nacional en Rumanía. De hecho, a la novela ni se la menciona: ni un triste colmillo, ni ataúd.
El adoquinado de Piata Cetatii, con sus fachadas perfectamente conservadas, marca la espina dorsal de Sighisoara. A muchos les llama la atención en ella la Casa Veneciana: sus ventanas son iguales que las de cualquier palazzo sobre el Gran Canal. La hizo construir por capricho el alcalde Mayor Stephanus Mannhace cuatro siglos. Hasta en las callecitas se aprecia este celo arquitectónico que no es nada tenebroso, sino luminoso.
Arte en las alturas
Si se dispone de tiempo, hay que dar un paseo por las impresionantes torres defensivas, o al menos divisar la Torre de los Cordeleros o Turnul Franghierilor, la más antigua y altiva, en lo alto del todo, y la Torre de los Zapateros o Turnul Cizmarilor, con una curiosa forma hexagonal.
Siguiendo su trazo hasta Strada Scolii es posible subir un nivel más. El modo más sencillo tiene 172 escalones y lleva por nombre la Escalera de los Escolares, con cubierta de madera, construida en 1642. Esta vez, el ascenso suele estar animado por músicos ambulantes. En lo alto, la recompensa es la preciosa iglesia gótica Bergkirche (1345). Sus frescos de caballeros con armadura rescatando a damas en peligro, así como pequeño cementerio adyacente, representan a la comunidad sajona que también habitó Sighisoara.
Muchos draculadictos preferirán quedarse en el nivel intermedio, buscando el rastro de su héroe de ficción en el retruécano de las placas turísticas, allí donde aparece el príncipe Drăcul.
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